domingo, 22 de noviembre de 2009

Magnitudes astronómicas

"El hombre es la medida de todas las cosas" -Protágoras de Abdera, s V a.C.

El hombre siempre ha tenido la necesidad de medir el mundo que le rodea: para explorarlo y comprenderlo, para relacionarse con los demás e intercambiar, para prevenir sucesos, pronosticar su devenir y desarrollarse. Como patrones, el ser humano ha utilizado todo tipo de elementos conocidos a su alrededor: su propio cuerpo, elementos de su entorno, fabricados ad-hoc para permitir su duplicación, etc.

Hace casi 2.300 años, Erastótenes determinó el tamaño de la tierra en "estadios" que, como su nombre indica, era una unidad de longitud equivalente a la longitud del estadio de Olimpia [1]. Ya no usamos científicamente unidades antropométricas, pero seguimos necesitando unidades de medida relacionadas con el mundo habitual que vivimos que nos ayuden a comprenderlo y materializarlo comparando con elementos conocidos. Todos podemos representar en nuestra mente o imaginar 1 Kilómetro, porque lo comparamos con distancias conocidas. Podemos también imaginar cientos e incluso miles de kilómetros porque conocemos mapas y el tiempo que se tarda en recorrer esas distancias en diferentes medios de transporte... Pero en lo que respecta a las distancias, nos quedamos ahí. Cifras como millones de kilómetros o años luz escapan de nuestra imaginación porque somos incapaces de compararlas con nada que conozcamos.

Recientemente ví el vídeo a continuación y quedé impresionado por los descomunales tamaños de los distintos cuerpos celestes y cómo unos cuerpos gigantescos se hacen ínfimos con respecto a otros.



Tras ver esto, me puse manos a la obra a intentar "imaginar" esos tamaños comparándolos con elementos conocidos, así que convertí el universo en una diezmilmillonésima de lo que es ahora. Lo que viene a continuación es un nano universo con objetos conocidos (disculpad las imprecisiones y redondeos, pero he primado la visualización de objetos en nuestra imaginación a la exactitud).

En este mundo, la tierra es como una canica grande (de 1,3 cm). La luna, del tamaño de una lenteja pequeña girando a su alrededor a un par de cuartas (casi 40 cm) de distancia. Una unidad astronómica (UA) es, en este mundo, la longitud de tres piscinas olímpicas, así que tenemos a nuestra canica girando alrededor de un sol del tamaño de un Smart (visto por detrás, ya que es más largo que ancho) a unos 150m de distancia. Girando también alrededor de esta esfera de metro y medio hay un guisante llamado Marte a 230m. de distancia y un balón de balonmano llamado Júpiter a unos 780m. Es decir, que si nuestro sol estuviese en la estación de Atocha de Madrid, Júpiter estaría girando a su alrededor al final del Paseo del Prado, por la fuente de Neptuno.

Otras estrellas son gigantescas incluso en este mundo enano. Betelgueuse, la supergigante roja de la constelación de Orion es del tamaño de un monte (480m.). Imaginaos una canica al lado de un monte. Pues eso no es nada, VV Cephei y VY Canis Majoris son esferas inimaginables de 1,5km y 2Km de diámetro respectivamente. Para intentar imaginar esas enormes hipergigantes rojas, deberíamos cambiar de escala, imaginando ahora que nuestro sol es del tamaño de un balón de balonmano y nuestra tierra de un grano de arena: en este caso, VV Cephei es como el Palacio de Comunicaciones de Madrid (en la plaza de Cibeles) y VY Canis Majoris es como el estadio Santiago Bernabéu. Impresionante, ¿no? Al final, como Erastótenes, he acabado también midiendo en estadios.

En fin, mientas pensaba en todo esto y hacía mis cálculos, me entero de la publicación del libro "La Galaxia en un campo de fútbol" [2]. Libro que, por supuesto, ya tengo nuevecito y reluciente a mi lado (muchísimas gracias, Eva, por el regalo). El libro trata de ésto mismo, proponiendo un método y nuevas unidades de medida para comprender el Universo. Os contaré cuando acabe sus páginas en una nueva entrada del blog... pero ya os avanzo que tiene una pinta estupenda.



[1]: Afortunadamente, Cristóbal Colón justificó la viabilidad de su viaje a las Indias por occidente con los datos erróneos de Ptolomeo. Posiblemente, con las mediciones de Erastótenes, el viaje no se habría realizado en aquella época. Seguramente éste sea el error más influyente en la historia de la humanidad y una de las pruebas de que los errores también nos conducen a fantásticos descubrimientos.
[2]: "La galaxia en un campo de fútbol", de Juan Fernández Macarrón, Edita: Equipo Sirius (2009)


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